La gran fiesta del último suspiro de la burbuja inmobiliaria termino el 14 de septiembre, se acabo el tiempo de estafa a la clase media, comienza el momento de ofrecer los beneficios de la “inversión” a bancos usureros y demás panda de chorizos empresariales.
Nos bombardearon con información sensibilizadora sobre países desérticos mientras derrochan agua y ocupan el emblemático río.
Lo bueno de su fin:
Se acabo el madrugar en día de fiesta para correr a conseguir un fast-past del hombre vertiente, se acabo el pagar 1,5 € por medio litro de agua catalana (lo que nos inculcan como bien de todos), se acabo el esperar para entrar en pabellones-mercadillo, se acabo el tener que aguantar el repulsivo merchandising de ese extraño extraterrestre hecho de agua llamado fluvi, se acabo ver guardaespaldas de reyezuelos/políticos acordonando pabellones para unos pocos privilegiados, se acabo ver a sinvergüenzas fingiendo ser tetrapléjicos, se acabo el tiempo de utilizar las 250 entradas regaladas a cada concejal.
La otra cara de la moneda:
Se acaba todo esto pero seguiremos pagando el pueblo las consecuencias.
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